WE'RE NOT IN WONDERLAND ANYMORE, ALICE.

jueves, 7 de noviembre de 2013

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Tal vez hice demasiado espamento, aunque traté de evitarlo. Pero finalmente el equilibrio me alcanzó. Será que no era necesario, porque de todas formas iba a suceder..
Debería sacarme de encima esta manía de obsesión compulsiva, que es incluso peor que lo de los gatos, la sal y las escaleras; pero justamente eso mismo entra dentro del problema. Lo que de todas formas iba a suceder, simplemente, era que la bestia iba a rasgar la piel para salir a la luz una vez más y llevarme a la oscuridad. Perdí tantas batallas contra esa bestia triste que ya no recuerdo. Sólo puedo deducir que fueron tantas como entren en un círculo que no termina de dibujarse jamás. En sus trazos, destrozos. Como si nunca hubiese dado vuelta ninguna página; sólo hubo un lápiz lo suficientemente afilado para atravesarlas una y mil veces y no dejar ninguna página sin rasgar, lastimando todas las hojas en blanco que pudieran venir. Me consumo, pero no me alimento. Podría jugar con tantas metáforas al respecto, sobre mi espíritu poco nutritivo, por ejemplo, pero qué sorpresa, ahora además de todo lo demás, soy discapacitada de escribir. Minusválida de expresión.
¿Qué se hace con esto? ¡Dios! No es como si tuviese que compartirte todos los cánceres de mi alma, sería egoísta, salvando la paradoja. A ninguno le haría mejor. Tampoco es como si tuviese que pegar los pedacitos de piel rota y mentirte. Ridículo e insostenible. ¿A quién haría bien? ¿Y entonces? ¿Acaso es, como si no tuviese que hacer nada? Ya te recluté suficientes veces para combatir a la bestia, no puedo hacerlo más. No es justo. Veo que tampoco puedo hacerlo sola, ya lo dije, perdí tantas... Y es que, ¿cómo puede alguien vencerse a uno mismo y salir vencedor? Ya no puedo. Esta vez, ya no tengo más excusas para disculparme por quién soy.