"Era el mecanismo constante, ciego, mortal de la Iglesia, aplastando todos los pecadillos en su interminable movimiento de lanzadera hacia el cielo. Era el reconocimiento ritual del mal por una Iglesia que ahora se preocupaba más por los males sociales, la expiación recitada en cuentas de rosario por ancianas cuyos padres habían hablado lenguas europeas. Era la presencia real del mal en el confesionario, tan real como el olor del terciopelo viejo. Pero un mal impremeditado y estúpido frente al cual no cabía misericordia ni represalia. El puño que se estrellaba contra el rostro del bebé, el neumático destripado con una navaja, la pelea en el bar, la inserción de hojitas de afeitar en las manzanas de caramelo, todos los constantes e insípidos calificativos que es capaz de vomitar la mente humana en sus laberínticos giros y retorcimientos"
El misterio de Salem's Lot - Stephen King (capítulo 6)