sábado, 5 de abril de 2025
viernes, 28 de marzo de 2025
Así que esto es lo que realmente se siente "sanar"? Dejar de resistirse y aceptar que va a doler mientras se cura, que arde cuando se desinfecta, que a veces puede parecer que ya cierra pero se vuelve a abrir, y hay que volver a purgar.. y esperar.. porque no es rápido. También que es un equilibrio entre tener paciencia y no andar removiendo donde duele, pero a la vez ocuparse, hacer algo al respecto.
Así que esto es lo que realmente se siente "abrazarse a une misme"? Mirar a los ojos a todas tus versiones anteriores y abrazarlas, decirles que está bien, que hicieron lo que pudieron porque fue lo que les salió en el momento, con las herramientas que tenían (therapy cliché but true); que aunque no hayan sabido protegerse y salieron malherides, no se dejaron vencer por el dolor y la decepción. Porque tal vez fueron dures consigo mismes por eso, pero no se autodestruyeron definitivamente porque sabían que ni un mal momento (o varios) ni una mala decisión (o más de una), definían su valor. Y porque confiaron en que en ese momento no pudieron hacerlo mejor pero que en algún futuro existía una versión de sí misme que sí iba a poder. Tuvieron esperanza en que esa versión iba a llegar y reivindicarles algún día, pero no esperaron a que apareciera: se ocuparon de que exista. Me amaron y abrazaron aún antes de conocerme, y sabían que me merecía (nos merecíamos) algo mejor.
Y hoy en día no es que las cosas duelan menos, es que me volví mejor en aceptar y tolerar ese dolor.
Y no voy a corromper mi esencia por construir un personaje ficticio, nunca lo hicimos, no lo haremos ahora. Hay que ser valiente para sentir en un mundo que nos quiere anestesiades y entre ideales de amor propio que sostienen que priorizarse es ignorar que existen otres que también sienten (y hacen lo que pueden con eso). Me rehúso a ser eso. Como también me rehuso a perder la esperanza de que adelante hay cosas mejores. Creí en mí antes y no me defraudé. Confío en la versión de mí que va a venir, aunque todavía no le conozca, mientras me ocupo de lo que hoy me compete, para asegurarme de que mañana exista.
jueves, 18 de enero de 2024
Por qué soy une militante del verano?
La gente dice que estamos loques, que seguro tenemos pileta y aire acondicionado. Yo no tengo ninguna de las dos cosas...
Pero sí tuve el privilegio de tener una infancia feliz y haber pasado unos Diciembres, Eneros y Febreros hermosos. Por eso milito el verano, para mis adentros. Para ver si así logro devolver un poco ese espíritu optimista a mi versión adulta que a veces se vuelve tan gris, fría, y desolada.
Recuerdo que esperaba los días de calor con emoción. Me gustaba mucho jugar con agua, todavía me acuerdo con detalle de mi ropa veraniega de los 90's, incluso la de mis 3 años. Cada vez que llegaba la temporada, me ponía tan ansiose por armar el arbolito de navidad, como por abrir mi caja de ropa de estación y volver a encontrarme con mi short de gatitos, mis mallas coloridas, mis remeras estampadas y mis gorritas.
La carpa playera, la pelopincho, las lonas. La chocolatada fría y la gaseosa en lata. El olor a pasto, a protector solar, a off y espiral; el perfume del pelo recién lavado -que no es igual al pelo lavado de cualquier momento del año-, porque esos días se convierte en un blend aromático de acondicionador con olor a sol, a pile y a mar.
Me entusiasmaba el verano porque sentía que era la puerta a un montón de cosas nuevas, era sinónimo de diversión y de aventuras. Sabía que en esa época cosas muy buenas pasaban: conocía amigues nuevos, me llevaban a lugares lindos al aire libre (el club del Banco, el río, la isla, los arroyos cordobeses, la playa...)
Había mucha expectativa puesta en el verano y casi nunca me fallaba, de hecho, cada vez se ponían mejor. En uno de esos conocí a mi amiga Clarita, de Villa Gessel, con quien compartimos varias vacaciones de juegos en la playa y a quien mi familia "adoptaba" como una hija más. Osea, cómo no va a ser genial el verano?! Si hasta me regalaba la chance de tener una hermana de mi edad por unos días!
Recuerdo que un año nos fuimos a Gessel y, a la vuelta, al toque nos fuimos a pasar unos días en la isla. Estaban mis hermanos, mi prima, su hermana y otres niñes. Había muches adultes también y vi -creo- por primera vez, a mis viejes disfrutar de un verano como si elles fueran niñes también. Se sentaban a pescar y charlar a la luz de la luna por horas, hacían fogones, cantaban; mi tío pelado nos llevó a recorrer una micro jungla (para mí era eso) dentro de la isla. Había bichitos de luz que de noche encendían el aire y el pasto. También, inventé una obra de teatro con les chiques y llamamos a todes les grandes para que la vieran. Fui tan pero tan feliz, que apenas llegué a casa, me puse a pensar en las próximas vacaciones. Le escribí una carta a Clarita -que nunca le mandé- contándole sobre la isla y diciéndole que convenciéramos a nuestres papás de que la dejaran venir el próximo año. Me acuerdo que en mi agenda de Garfield me la pasaba planificando, anotando ideas de juegos y cosas que quería hacer cuando nuevamente, llegara el verano.
Pero el problema, cuando une le pone muchas expectativas a algo, y cuando ese algo ya ha demostrado ser muy bueno, es que la vara queda siempre un poco más alta y que, el no cumplimiento de lo que se espera, desemboca en decepción.
Así fue que ese próximo verano llegó y no volvimos a la isla. Sin embargo sí fuimos a Gessel, como lo hicimos durante años, pero eventualmente, una temporada mis viejes se hartaron de esa rutina -con toda razón y derecho- y decidieron que íbamos a cambiar de destino vacacional. Y hablando de cambios, yo ya me estaba adentrando en la adolescencia -cosa que viví de manera traumática, full negación- y entendí que esos veranos que había planeado en mi mente y plasmado en mi agenda, ya no iban a ser posibles. Porque por más que volvieramos a los mismos lugares, ni las circunstancias, ni yo, ni todes les demás íbamos a ser les mismes.
Ya sé, son issues de niñe bien de clase media, pero estas pequeñas frustraciones de darme cuenta de que mi época favorita no iba a volver a alcanzar los picos más altos de felicidad que me supo generar años atrás, fundaron los cimientos de una sutil tristeza subyacente que me acompaña hasta el día de hoy, de que las cosas inevitablemente cambian, que lo bueno es efímero, que la felicidad es un momento y como tal, se termina, y que no importa cuánto planifiquemos, la concreción de nuestros deseos no siempre depende de nosotres.
Después vinieron los veranos de la adolescencia. De ahí en más, a la inamovible expectativa -casi obsesiva y subconsciente- de que el verano debía ser genial, cuasi eterno e inolvidable, se le acoplaron los estándares de Cris Morena y de revista teen de moda de que debía ser hermoso y perfecto. Es decir, no sólo debía alcanzar mi propia vara de felicidad, sino que ahora también debía incorporar los estereotipos de cuerpo hegemónico, de amistades cómplices con quienes crear anécdotas memorables y del amor de verano, fresco y digno de recordar.
Obviamente, muy a pesar de mi exigencia e idealización, no alcancé nada de todo eso.
La adultez trajo consigo otra serie de complejos y desaveniencias (emocionales, mentales y también materiales). Y acá estoy, a mis 32 años, ya pasados los medidados de Enero, tirade en mi colchón sin sábanas y descargando toda esta catarsis con tintes de revelación:
POR-QUÉ-ME-PESA-TANTO-TODO???!! Porque además está la culpa de no poder disfrutar, sin siquiera tener motivos para estar tan triste. Y que cuando no estoy triste, estoy de mal humor y enojade; y que cuando no estoy así, estoy aterrade, con pánico de morirme o que alguien se muera o que cualquier tipo de cosa que pueda salir mal, salga peor que mal y desemboque en los peores escenarios posibles.
Me abstraigo. Me disocio...
Basta. No sé cómo, pero BASTA.
Quiero ser feliz. Aunque me cueste aceptar que es un estado efímero, no permitirme disfrutarlo por la angustia de que se vaya a terminar es casi un crimen. Aunque me lleve constante trabajo aceptar que jamás va a estar todo perfecto, que siempre algo nos va a molestar, perturbar o doler, eso no puede ocupar todo nuestro espacio ni toda nuestra energía. Y aun a pesar de las inevitables comparativas, sé que voy a descubrir que hay muchas otras formas de alcanzar la felicidad, que ponerles rango es un poco ingrato y pretencioso, y que ninguna felicidad se va a parecer a la otra... mucho menos, a la de los veranos de mi infancia.
domingo, 4 de junio de 2023
lunes, 9 de agosto de 2021
Mi año de cangrejo
"Yo te recomiendo que por ahora vuelvas a lo de tus viejos y te instales ahí una base para reestructurarte y formarte" Y qué bueno que te hice caso, insospechado el año que se nos venía encima... Después de mi año de catástrofe personal, volver a lo de mis viejos, a mi cuarto, con mi cobacha de techo de madera y mi gata, era lo que necesitaba para sanar y recuperar fuerzas para afrontar la adultez inminente que, por más que inútilmente lo intentara evitar, ya me había llegado hace rato. Mi año cangrejo, de volver hacia atrás unos pasos y meterme hacia adentro, era lo que necesitaba para llegar a ser cabra de montaña, y saltar hacia arriba, por los terrenos más empinados.
El peor año para todo el mundo, mi año cangrejo, me acobijó de una manera que me avergüenza admitir, por vergüenza de le niñe mimade que desde hace varias vidas supe ser. Estaba en casa y todes estaban ahí, a una pantalla de distancia, en el resguardo de mi piyama y el calor de una taza de té. No, nadie la pasó bien, para mí tampoco fue una fiesta. Pero lo veo a la distancia y ahora sé, que ese año fue un instante de esos que intentaba inmortalizar en mis dibujos de pequeñe, de esos que ilustrarían mis deseos de cumpleaños y que, me imagino, el cielo estaría hecho de. Un regalo antes de crecer (como si crecer fuera una decisión, o un acontecimiento de un momento al otro).
En cada despertar viendo las vetas de la madera, bajar de mi cama, ponerme mi bata rosa, prender la computadora, me preguntaba cuánto más duraría, me recordaba saborear esas mañanas. Y siento que fue sólo parpadear, y ya no más... Me dan ansiedad las canciones que nos recuerdan que todo cambia o que todo se termina, porque ya lo sabemos y, en mi caso, si escucho música es para olvidar. Es como cuando le ponen sabor rico a un jarabe horrible, dejalo así! Ya sé como son las cosas.. no me gustan.. hace 30 años que intento no pensar, o "por el contrario", que juego a la terapia de shock y me siento ama de llaves de mi Casa 8. Ya sé que no hay tiempo para prepararse para el paso del tiempo, y aún así se me ha tenido condescendencia. Ya sé que hay que disfrutar al máximo, porque nada es eterno (canciones del orto!) pero me da ansiedad.. hago lo que puedo, e incluso me obligo a más..
Ya partí de mi base canceriana, profe, me reestructuré (aunque con Plutón y Urano, no hay estructura que dure demasiado tiempo..). Despierto viendo un techo blanco, aún desconocido, bajo de mi cama -que ahora está en otro lugar-, me pongo mi bata gris y lejos han quedado esas mañanas de WhatsApps de "Liluu arriba!!" y correr a prender la compu.. e intento no preguntarme cuánto más nada. Sólo trato de aguantar con los ojos abiertos, lo más posible, en cada momento, pero bueno... hay que parpadear. Aunque de miedo la oscuridad, de mis propios ojos cerrados por la noche. Aunque a veces entre en pánico por haber llegado hasta donde estoy hoy. Volví a dormir con la luz prendida pero ahora sé saltar cuando hay que hacerlo, lejos, casi sin pensar. Y entiendo que se puede seguir siendo un poco cangrejo aunque la vida te empuje a ser cabra para crecer, porque "hay que hacerlo" (todavía estoy enojade por esa obligación universal, pero ya no pataleo como un bebé.. al menos ya no tanto).
En fin.. si mi año cangrejo es uno de mis dibujos de familia de cuando era chiquite, estás en él. Gracias por enseñarme de responsabilidad, mientras a la vez me llamabas niña. Siempre duele crecer y no quiero hacerlo (hace cuántas vidas lo vendré postergando?), pero si tengo un mapa que me dice que es por ahí, confío, sobretodo porque me lo diste vos. Voy hacia el Norte y sigo camino. Ojalá sepas, profe, lo importante que fuiste en este viaje, espero cruzarte en el próximo, como cada clase me esperabas vos.
domingo, 31 de mayo de 2020
Oración a mi santísima individualidad
sábado, 9 de noviembre de 2019
Poner y Sacar
martes, 8 de enero de 2019
Recordatorio Revelatorio Obligatorio
martes, 28 de marzo de 2017
jueves, 24 de marzo de 2016
martes, 9 de febrero de 2016
miércoles, 16 de diciembre de 2015
sábado, 11 de abril de 2015
sábado, 31 de enero de 2015
jueves, 30 de octubre de 2014
#13
viernes, 3 de octubre de 2014
Siempre intenté verme con una mirada externa, y siempre me vi de manera superficial, la más minimalístamente estúpida de las miradas, y siempre me resultó fundamental. Por tal efecto, es que la mirada de los demás siempre me volvió distorsionada, como si me desenvolviera en un eterno trance donde cada accionar de ellos, sirviera para desencadenar un efecto en mi mente que convirtiera la realidad en otra cosa, aveces, no tan diferente de sí misma, pero siempre prejuiciosa, paranoide y superficial.
¿Y qué hago con ello? 7, 8, tal vez 10 años después sigo sobrevolando sobre las mismas irrelevancias. Y serán 15, 20, 30 años luego, tal vez, y quizás yo siga allí (aquí), planeando sobre algo más nefasto que la nada, porque bien, la nada no es ni nefasta, no es nada. ¿Y cuán grave es el asunto? Probablemente muy poco. Después de todo nada de esto me tiene mal. Sólo que lo único grave aquí, son tres cosas: aún no terminar de aceptar mi condición de extravagante superficialidad y exageración, o decidir extirparla; continuar dándole importancia a mi proyecto de persona en lugar de ocuparme de su construcción espontánea misma; y tres: seguir creyendo que por no encontrar mucho nuevo para ver, para (de)mostrar(me), sigo en el mismo lugar. Ah, y una cosa más: al parecer le doy una gran importancia a las fotos, sí. Generan una especie de noción de movimiento histórico, actúan a modo de banda temporal. Necesito de ellas. Tal vez deba dejar de darles tanto poder, no se cuán bueno sea eso, o si en algún momento de la vida, drásticamente, se transformen en fuente recurrente e inevitable de angustias y ansiedad (más de lo que ya). Aunque de otra manera, quizás ayuden. Sí. En cierta forma ayudan... a construir más momentos, en base a otros; para ensamblar las tres caras del tiempo, mientras exista(mos en) el tiempo... sí. Debería sacar más.
martes, 26 de agosto de 2014
Los colores muy pensados. Las calorías muy contadas. Los movimientos muy calculados. El sueldo muy designado. Las horas muy agendadas. Los planes muy planeados. Los deseos muy comprados. Los paisajes muy idealizados. Las fotografías muy estudiadas. La decoración muy reglada. Las palabras muy explicadas. Los problemas muy acomodados. Las soluciones muy rebuscadas. Los pensamientos muy canalizados. Los sentimientos muy analizados. Las ideas muy estancadas. Las ansiedades muy atragantadas. Las angustias muy clavadas. Los recuerdos muy anclados. El pasado muy recordado. La vida muy poco vivida. NO ME GUSTA MÁS.