Uno se convence tanto de que las cosas malas suceden siempre lejos, que termina creyéndolo. Así uno se aísla en una burbuja, quizás ese autoengaño sea un escudo para pasar la vida
como jugo. Pero cuando algo malo te toca cerca, y se revienta tu burbuja, el golpe al suelo entonces es mucho, mucho más duro.