Aún así, una vez cada 25 años me agarra un raye, y me tomo 10 tazas. Al otro día (el día anterior probablemente haya durado más de 40hs), todo vuelve a la normalidad y recuerdo que lo odio. Alteraciones en simplicidades como esta, varias. Y pienso... y si alguna vez me rayo y me convierto en lo que odio? Son los riesgos de ser inconstante, creo. Pero nah... No soy tan idiota como para hacer lo que no quiero, ni tan manejable como para que me obliguen... ni siquiera cuando quien intente obligarme sea yo misma.
He aquí otra vez analizando estupideces. Y, como decía... odio el café.